Durante un festival llevado a cabo en un pequeño pueblo en Amsterdan, Holanda una reportera se encuentra cubriendo el evento, todo parece normal, un día apropiado para esta celebración y ya que se lleva en un lugar abierto existen un urinario público para hombres.
La reportera siente curiosidad por ver el asqueroso asunto, hasta que un hombre muy despistado aunque tal vez ebrio se acerca pensando que el urinario es un lugar para lavarse las manos. Simplemente no hay palabras para describir lo que se ve, un asco total:
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